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Mostrando entradas de 2015

Al suelo con los tenderetes

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La escena de Jesús tirando los tenderetes al suelo siempre nos ha impresionado, más que nada por el hecho de verlo enfurecido y, por decirlo de alguna manera, violento, un comportamiento poco habitual en él. Pero su indignación ante tanta sirvengüenzería tenía justificación: en el templo de Dios los asuntos comerciales habían adquirido un peso que desvirtuaba la verdadera finalidad del lugar, la oración. Esta situación parece haberse repetido a lo largo de los siglos de una u otra forma: la tendencia natural del ser humano al comercio, a la búsqueda de beneficios con las transacciones económicas, es tan fuerte que a veces no sabe respetar ningún límite o circunstancia, ya lo dijo el poeta Quevedo con aquello de "Poderoso señor es Don Dinero". Y el trabajo de la Iglesia católica ha sido, no pocas veces, tratar de eliminar estos abusos en su seno. Unas veces porque algunas órdenes religiosas (léase los benedictinos) hacían acopio de riqueza en sus monasterios hasta el pun...

La humildad alegra y acerca a Dios

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Jesús nos expone en esta párabola o cuento breve con moraleja, una enseñanza que no es nueva en su discurso. Ya ha aparecido en otros momentos en los evangelios y ya la hemos comentado en este sitio, pero no está de más insistir en ella pues es de vital importancia: para llegar al Reino de los Cielos, a Dios, hay que ser, en primer lugar, humilde. Humilde es aquel que no se da aires de grandeza, que no se cree importante frente los demás, ni alardea de nada. Eso no significa que tengamos que menospreciarnos a nosotros mismos, infravalorarnos, no. Ser humilde no es sinónimo de humillarse. Se trata de ser conscientes del valor de uno mismo y, como nadie es más que nadie a los ojos del Creador, la humildad es la actitud o virtud que más no acerca a Él. Comprobadlo vosotros mismos. Siendo humildes, la alegría surge con espontaneidad y fuerza de nuestro corazón. Y al contrario, si somos soberbios y orgullosos, la dureza de nuestra corazón impide a la verdadera alegría anidar en él y nos ot...

Rezar sí que sirve

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El fragmento de Lucas que abordamos hoy nos presenta a Jesús explicando con su habitual contundencia la efectividad de la oración, y no solo de la oración, entendida aquí como petición, sino también de la búsqueda, de la llamada para conseguir ayuda. Todas estas acciones implican reconocer la bondad de Dios, superior a la que cualquiera persona pueda demostrar hacia los que ama. Pero incluso aunque la petición fuera inoportuna, tal como muestra el ejemplo del amigo que llama a la puerta de casa en plena noche, la posibilidad de éxito es alta, pues la insistencia tiene premio. Ya lo dice el refrán: "Hace más el que quiere que el que puede". El Señor remacha el clavo con las imágenes, más bien contra-imágenes, del padre que siempre da a su hijo cosas buenas, no lo contrario de lo que pide. Por tanto, la necesidad de la insistencia en la oración y la segura bondad de Dios en sus respuestas quedan claras en las palabras de Jesús. Mas este evangelio también nos puede sugerir...

Esos publicanos de carácter fuerte

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Esta semana nos fijamos en la figura de Mateo, el recaudador de impuestos, al que Jesús llamó para que lo siguiera de una manera más directa cuando se lo encontró trabajando en su mesa de cara al público. A diferencia de los otros apóstoles, cuyos oficios no despertaban el recelo de sus compatriotas, el publicano Mateo es un personaje que, por recaudar dinero a cuenta del invasor romano, inspiraba desconfianza y desprecio. Pero Jesús, siguiendo su política habitual, no se arredra ante los prejuicios y las habladurías. Ha visto que Mateo es un buen elemento y decide prestarle especial atención. Entra en su casa y come junto a él. No hay mayor muestra de confianza que ésa y de esta acción, tantas veces repetidas en el Evangelio, Nuestro Señor extrae una enseñanza para todos los que lo escuchan: "No tienen de necesidad de médico los sanos, sino los enfermos". Y también: "Misericordia quiero y no sacrificios", otro torpedo en la linea de flotación de la mentalidad...

Manual de comportamiento

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Si alguien se interesase por nuestra fe y nos preguntara cómo debía comportarse para ser un buen cristiano, la mejor respuesta sería hacerle leer estos fragmentos del evangelio de San Mateo. En ellos Jesús deja bien claro cuál es la forma de llevar una vida auténticamente religiosa con la que honorar a Dios. Todas las indicaciones que nos da están guiadas por la discreción y la humildad. El Señor no pone en entredicho ninguna de las costumbres o prácticas religiosas de su tiempo, del Israel del siglo I; es más, se reafirma en ellas: hay que hacer limosna, oración y ayuno. Son las tres prácticas que suelen realizar muchos de los hombres y mujeres religiosos de todo el mundo, en la mayoría de religiones. Mas Jesús las corrige poniendo como ejemplo lo que no se debe hacer y para ello echa mano de los fariseos (a los que llama hipócritas) y de sus estridentes y coloristas formas de practicar la fe. Así vemos como en las calles y plazas de la Jerusalén de aquel tiempo, y probablemente en...

El mundo al revés

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Los dos fragmentos de Mateo que comentamos los agrupamos en uno solo porque, en esencia, vienen a decir lo mismo. Jesús plantea a sus seguidores otro reto, algo que consiste, lisa y llanamente, en saltarse lo que la ley judía antigua daba por sentado: había que ser vengativo, devolver golpe por golpe, y no tener piedad ni compasión de los enemigos. Era algo habitual en aquellos pueblos acostumbrados a guerrear entre sí, a luchar por la subsistencia. Y de tan habitual había pasado a ser ley, y ley sagrada. Pero no nos engañemos, estas prácticas de las naciones del Oriente Medio reflejan también los resortes más primitivos de la raza humana, de manera que todas estas venganzas y ajustes de cuentas siguen vigentes en nuestro comportamiento, pues no en vano son reacciones instintivas en el ser humano. El Señor vuelve a sugerirnos que nos atrevamos a ir más allá de lo que siempre hemos visto hacer, porque no siempre es lo mejor ni lo más bueno. Y hacerlo significa, en muchos casos, dar...

El diálogo más emotivo

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Estamos ante uno de los diálogos más emotivos del Evangelio. Jesús se ha aparecido a los discípulos y, después de comer con ellos, tiene un cara a cara con Pedro. Los dos han protagonizado en los últimos días los momentos más cruciales de la vida de aquel grupo de entusiastas que empezó su camino en Galilea y lo acabó en Jerusalén. El Señor muriendo en la cruz y resucitando, Pedro defendiéndolo a golpe de espada y negando conocerlo por tres veces. Esto hechos latían aún en el corazón de ambos, un maestro y un discípulo entre los que había nacido una profunda amistad y un gran respeto a lo largo de aquellos tres años. Para el pescador de Cafarnaúm debería ser duro estar ante Jesús después de lo que había pasado, aunque su retorno habría calmado en parte ese desasosiego interior. Mas Jesús, que sabe lo que puede dar Pedro, tensa la cuerda y lo pone en un aprieto. Le pregunta tres veces si le quiere, añadiendo pequeños matices en cada pregunta y en cada respuesta. Y el rudo pescado...

César o Dios, o Dios y César

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Este fragmento del evangelio de Marcos siempre está de actualidad. Y es que para los cristianos no es fácil tener la suficiente claridad de ideas par aplicar con acierto la enseñanza que Jesús extrajo de la situación que unos avispados fariseos le plantearon. Le preguntan si deben pagar impuestos al César, es decir, a los romanos, y Jesús se da cuenta de que le quieren poner en un compromiso. Es entonces que les pide que le enseñen un denario, la moneda romana de uso corriente en el Imperio, incluídos los territorios ocupados. Como en el denario está la cara del César, Jesús concluye que den al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios. Por tanto, el Señor insta a separar claramente los asuntos terrenales (políticos, económicos..) de los existenciales o religiosos. Esta respuesta deja fuera de juego a los fariseos, pues en aquel tiempo, la religión, la adoración de un determinado Dios, iba íntimamente ligada a una estructura política; recordemos que, no en vano, los césar...

Outsiders

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La palabra inglesa outsiders designa aquellos que por su estilo de vida o sus ideas, no hacen lo que la mayoría de la gente hace, es decir, no siguen la corriente. Es una palabra que se usa a menudo en los medios de comunicación y que podríamos aplicar perfectamente a la hora de calificar a los cristianos. Y más después de leer los textos evangélicos de la semana. Jesús dice repetidas veces respecto a sus discípulos, de los que se está despidiendo, que están en el mundo pero no son del mundo. Como él. Y pide a Dios que los guarde del mal, aunque sin sacarlos del mundo, porque, evidentemente, los cristianos, como cualquier otra persona o grupo, pertenecen al mundo, a la sociedad, a la cultura, al país que los ha visto nacer. Y es bueno que así sea. Pero esta realidad también pone a los seguidores de Jesús en numerosas y tensas situaciones, porque es difícil abstraerse de lo que nos rodea para intentar saber qué debemos hacer para ser fieles a las enseñanzas del Señor y, en definit...

De igual a igual

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La amistad como eje de la relación con Dios es uno de los puntos alrededor del cual giran los textos evangélicos de estos días. Jesús deja muy claro que el tipo de relación que desea con los hombres y las mujeres es una relación de amigos, un tú a tú totalmente revolucionario a tenor de los planteamientos que hacían las otras religiones de la época y las de siglos posteriores. Una relación de igual a igual que no se entiende si no hay de por medio un profundo amor y respeto. Porque, evidentemente, Dios, Jesús mismo, no es como los hombres, no puede serlo, pero comparte con nosotros una misma esencia, no en vano somos sus hijos, somos su creación. Un hijo nunca será como su padre pero tendrán en común aspectos esenciales y vitales que siempre favorecerán el aprecio mutuo y la comprensión. Es lo que nos remarca Jesús. No nos habla como siervos, nos habla como amigos. Y eso implica una complicidad que hace añicos la concepción de la divinidad que tenían paganos y judíos tradicional...

Las ovejas lo siguen

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La parábola del buen pastor es una de las más celebradas de las que explicó Jesús. Tanto, que se incorporó a la simbología cristiana ya desde muy antiguo por la claridad y perfección con que expresaba la misión del Señor y la actitud que deben tomar los que escuchan su palabra. Las parábolas eran en aquel tiempo una de las formas más eficaces de explicar conceptos religiosos o filosóficos a un auditorio poco culto. La inmensa mayoría no sabía leer ni escribir, y muchos provenían del campo. Jesús, por ello, se presenta como un buen pastor, propietario del rebaño al que dirige hacia los pastos. Un pastor que es capaz de darlo todo por las ovejas, pues son suyas, son su vida. Dichos animales son conscientes de esa fidelidad y lo siguen sin temor alguno. Se trata, pues, de una relación muy estrecha, de amistad, casi familiar. La lealtad del pastor con sus ovejas, la de Jesús con la humanidad entera, contrasta con la devastación que provocan los pastores asalariados, que al fin y al...

El centro de nuestra fe

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La eucaristía es el centro de nuestra fe. Las lecturas de esta semana giran alrededor de esta idea. La multiplicación de los panes y los peces fue un prólogo de lo que vendría después. Y Jesús insiste en todos estos pasajes en el mismo mensaje: es el pan de vida. Pan y vida. Todo concentrado en dos palabras. El Señor también habla de la bebida, de su sangre. Son términos difíciles de entender y por ello se podrían interpretar desde un punto de vista puramente simbólico. Pero no es un lenguaje simbólico ni metafórico. Es un lenguaje principalmente referencial: lo que dicen esas palabras son lo que realmente significan. El Señor nos ofrece su cuerpo y su sangre, el pan y el vino, para que tengamos vida eterna, para que nos mantengamos cerca de él, reconfortados con su presencia, guiados por sus palabras. A lo largo de su historia la Iglesia ha insistido en la importancia de esta verdad, y con razón, pero no pocas veces ello ha sido origen de discusiones y problemas. Es muy important...

Una de panes y de peces

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Estamos delante de uno de los episodios más famosos de la vida de Jesús, plasmado en multitud de representaciones artísticas. Es, sin duda, uno de los iconos de la vida pública del Señor, por lo que tuvo de extraordinario y por las circunstancias que lo rodearon. Dió de comer a un gentío que lo seguía con solo cinco panes y dos peces. Unos alimentos muy humildes. ¡Pero qué suculentos! El pan del trigo que ocupaba las planicies de Galilea, y el pescado del lago de Tiberíades. Los que lo seguían, no iban detrás suyo porque les diera de comer. Eso es seguro. Jesús y los discípulos hubieran necesitado varios carros para tantas vituallas. Y nada de eso llevaban. Lo seguían porque sus palabras saciaban su hambre de paz y justicia. Les daba esperanza cuando ya no la esperaban de nada ni de nadie. Pero también se sentaron y comieron hasta hartarse. Jesús los alimenta porque es justo que coman, ya que lo han seguido y él es el responsable de que hayan ido hasta allí, lejos de l...

La clave es nacer de nuevo

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Nicodemo, el fariseo "bueno", se acerca una noche a Jesús y le confiesa su fe en él. Ha comprendido que solo alguien que viene de Dios es capaz de hacer esas cosas. Este jefe judío es otro de los personajes que, a pesar de los fuertes condicionantes sociales e históricos, es capaz de ver más allá de sus narices. En esta lista están también el recaudador de impuestos Mateo, el centurión romano, la samaritana del pozo... Y Jesús, sabiendo bien quién es Nicodemo y cuál es su currículum, le muestra la clave para conseguir la felicidad plena, eso es, para llegar al reino de Dios: hay que nacer de nuevo o lo que es lo mismo, hay que cambiar de arriba abajo, hay que ver las cosas de una manera totalmente diferente. ¿Esto es posible? Lo es. Prueba de ello es que alguna vez hemos pegado un cambio radical en nuestras vidas; por ejemplo, siendo quinceañeros, algunos invertimos nuestras prioridades: dejamos de temer las notas y los exámenes de manera enfermiza; o vimos también qu...

Palabra, pan, hombre

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Palabra y hombre. Dos realidades inseparables. Desde que el hombre es hombre, la palabra ocupa en nuestras vidas un papel crucial, vital. Se puede afirmar sin temor a equivocarnos que sin ella estamos incompletos. Es tan necesaria como la comida y la bebida. En este blog vamos a utilizar la palabra para comentar, interpretar, la palabra, especialmente la que nos encontramos cada día en las páginas del Evangelio. Nuestra palabra. Y nuestro pan también.