Las ovejas lo siguen
La parábola del buen pastor es una de las más celebradas de las que explicó Jesús. Tanto, que se incorporó a la simbología cristiana ya desde muy antiguo por la claridad y perfección con que expresaba la misión del Señor y la actitud que deben tomar los que escuchan su palabra. Las parábolas eran en aquel tiempo una de las formas más eficaces de explicar conceptos religiosos o filosóficos a un auditorio poco culto. La inmensa mayoría no sabía leer ni escribir, y muchos provenían del campo. Jesús, por ello, se presenta como un buen pastor, propietario del rebaño al que dirige hacia los pastos. Un pastor que es capaz de darlo todo por las ovejas, pues son suyas, son su vida. Dichos animales son conscientes de esa fidelidad y lo siguen sin temor alguno. Se trata, pues, de una relación muy estrecha, de amistad, casi familiar. La lealtad del pastor con sus ovejas, la de Jesús con la humanidad entera, contrasta con la devastación que provocan los pastores asalariados, que al fin y al cabo lo único que les preocupa es cobrar a final de la jornada. Su indolencia, su pasotismo, favorece los asaltos de los lobos y otras alimañas, es decir, la depredación sistemática, la muerte. El Señor nos pide que confiemos en él, pues nada malo nos ocurrirá. Es lo mismo que nos dice el famoso salmo 23, uno de los más bonitos de la Biblia: "El Señor es mi pastor, nada me falta. En verdes praderas me hace descansar, a las aguas tranquilas me conduce, me da nuevas fuerzas y me lleva por caminos rectos, haciendo honor a su nombre. Aunque pase por el más oscuro de los valles, no temeré peligro alguno, porque tú, Señor, estás conmigo; tu vara y tu bastón me inspiran confianza." Estas palabras tan sencillas pero tan hondas, nos invitan a confiar con humildad (otra vez la humildad) en las enseñanzas de Jesús, que quiere nuestro bien, nuestro descanso. Y no solo el nuestro, también el de otros muchos que aún no pertenecen al rebaño, pero que pueden sumársele en el futuro. Y es que el Señor no es amigo de clichés, de barreras, de compartimentos estancos: sabe perfectamente cuáles son los anhelos que anidan en el corazón de los hombres, de nuestro entorno y de entornos muy diferentes al nuestro. Un pastor, en definitiva, apasionado por sus ovejas, que lo aman porque saben que jamás las engañará.
Comentario a Juan 10, 11-18
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