El diálogo más emotivo
Estamos ante uno de los diálogos más emotivos del Evangelio. Jesús se ha aparecido a los discípulos y, después de comer con ellos, tiene un cara a cara con Pedro. Los dos han protagonizado en los últimos días los momentos más cruciales de la vida de aquel grupo de entusiastas que empezó su camino en Galilea y lo acabó en Jerusalén. El Señor muriendo en la cruz y resucitando, Pedro defendiéndolo a golpe de espada y negando conocerlo por tres veces. Esto hechos latían aún en el corazón de ambos, un maestro y un discípulo entre los que había nacido una profunda amistad y un gran respeto a lo largo de aquellos tres años. Para el pescador de Cafarnaúm debería ser duro estar ante Jesús después de lo que había pasado, aunque su retorno habría calmado en parte ese desasosiego interior. Mas Jesús, que sabe lo que puede dar Pedro, tensa la cuerda y lo pone en un aprieto. Le pregunta tres veces si le quiere, añadiendo pequeños matices en cada pregunta y en cada respuesta. Y el rudo pescador no puede más y se rinde a la insistencia de Jesús: ¿cómo puede demostrarle que lo quiere de verdad? Solo puede decir: "Tú lo sabes todo, tú sabes que te quiero". Qué sabias, las palabras de Simón Pedro. Conoce bien cuál es la naturaleza del Maestro, el hijo de Dios vivo tal como él mismo lo había definido tiempo atrás. Y a esta confesión de amor sincero Jesús le responde poniéndole el listón muy alto: como me quieres tanto, yo sé que te puedo confiar mis ovejas para que las lleves a buen recaudo. ¿Qué muestra de confianza más grande se puede dar entre ellos? Jesús no duda en darle la mayor responsabilidad de todas: sucederlo en la guía de todos aquellos que creen en él. Una responsabilidad que lo llevara a la muerte, tal y como las palabras del Señor parecen anunciar: "Otro te ceñirá y te llevará a donde no quieras". La vida y la misión de Shimón Bar Ioná, nuestro san Pedro, es también la vida de la Iglesia, un caminar por el mundo a veces jalonado por las debilidades y las flaquezas, pero siempre superadas gracias a la fe y al entusiasmo que la alegría y la grandeza del mensaje de Jesús genera.
Comentario a Juan 21, 15-19
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