San Patricio: Cristo conmigo...
La vida de san Patricio, patrón de los irlandeses, es de por sí toda una aventura digna de una película. Nacido a los pies del muro de Adriano a principios del siglo IV, en una población cercana al fuerte romano de Birdoswald (Escocia), fue capturado durante una incursión de piratas escotos, que se lo llevaron a Irlanda. Los escotos eran una tribu celta originaria de dicha isla que, junto a los pictos, causaron graves problemas a los romanos en la frontera norte de Britania. Patricio tenía entonces 16 años. Su padre, Calpurnius, era un decurión del ejército romano que además era diácono cristiano; su madre se llamaba Concessa. Podemos imaginar con estos datos que su familia tendría cierto nivel económico y cultural, y que el muchacho habría recibido una educación notable para lo que era corriente en aquellos tiempos. El secuestro de Patricio, pues, debió ser un shock tremendo para él y los suyos, que vieron también como su casa era arrasada en el ataque. Fue convertido en esclavo y llevado a una zona boscosa, probablemente en el condado de Mayo (noroeste de Irlanda). Allí permaneció seis años, un cautiverio que, a pesar de las penurias, tuvo efectos muy positivos en su espiritualidad. Parece ser que fue pastor de ovejas y que aprendió a hablar irlandés. Durante sus largas horas de soledad mientras guardaba su rebaño, Patricio se acostumbró a rezar con frecuencia, lo que hizo de él un hombre de intensa oración. Una noche tuvo un sueño en que una voz le decía que pronto sería libre, por lo que, después de varios intentos, logró escapar. Anduvo en solitario unos 300 quilómetros hasta que llegó a un puerto y allí convenció al patrón de un barco que lo dejara embarcar. Todo indica, por las explicaciones que el mismo santo da, que no regresaron a Britania sino que desembarcaron en la costa de Francia. En esa tierra pasó varios años, formándose para ser ordenado sacerdote y después obispo. Sabía que su destino era regresar a Irlanda para evangelizar aquellas gentes paganas por las que, seguramente, sentía un entrañable afecto, no en vano Patricio destacaba por ser un hombre cariñoso y humilde, de trato fácil. Parece ser que su familia se resistió a que diera tal paso, pero él se mantuvo en sus trece y arribó a la Isla esmeralda por el norte, por el Ulster. Sólo el entusiasmo y la santidad que lo impulsaban puede explicar la ingente labor evangelizadora que llevó a cabo. Conocía bien las costumbres irlandesas, a las que trató de adaptarse; también sabía de la influencia de los clanes y cómo la conversión de los jefes era importante en su misión. Tuvo que superar dificultades, por supuesto, entre ellas la oposición de los druidas, pero su tesón lo llevó a bautizar a mucha gente, ordenar sacerdotes y obispos, fundar monasterios y comunidades. Sabía que con un discurso sencillo e inteligible podría hacer llegar mejor el mensaje de Jesús a los celtas y por ello no dudaba en usar comparaciones y metáforas de fácil comprensión, como la de las tres hojas del trébol para explicar la Santísima Trinidad. Una leyenda explica que un día que iba con sus compañeros a visitar al rey de Tara (condado de Leinster), se enteró providencialmente que iban a sufrir una emboscada y entonces Patricio entonó una oración y, milagrosamente, se convirtieron en un ciervo y su cervatillo, despistando a los atacantes. Por ello, la oración más famosa atribuída al santo de Irlanda, se le llama "El grito del ciervo" (Deer's Cry) o también "la Coraza de San Patricio"; dice así en su versión breve:
Cristo conmigo,
Cristo delante de mí,
Cristo detrás de mí,
Cristo dentro de mí,
Cristo debajo de mí,
Cristo sobre mí,
Cristo a mi derecha,
Cristo a mi izquierda,
Cristo cuando me acuesto,
Cristo cuando me siento,
Cristo cuando me levanto,
Cristo en la anchura,
Cristo en la longitud,
Cristo en la altura,
Cristo en el corazón de todo hombre que piensa en mí,
Cristo en la boca de todo hombre que hable de mí,
Cristo en los ojos de todos los que me ven,
Cristo en los oídos de todos los que me escuchan.
Patricio murió en su vejez el año 461 en Saul (condado de Down), donde se dice que había celebrado su primera misa. De su gigantesca tarea da fe la insorbonable fidelidad que los irlandeses han mantenido por muchos siglos hacia Roma a pesar de las grandes contrariedades sufridas por medio de invasiones y dominaciones extranjeras.
Cristo conmigo,
Cristo delante de mí,
Cristo detrás de mí,
Cristo dentro de mí,
Cristo debajo de mí,
Cristo sobre mí,
Cristo a mi derecha,
Cristo a mi izquierda,
Cristo cuando me acuesto,
Cristo cuando me siento,
Cristo cuando me levanto,
Cristo en la anchura,
Cristo en la longitud,
Cristo en la altura,
Cristo en el corazón de todo hombre que piensa en mí,
Cristo en la boca de todo hombre que hable de mí,
Cristo en los ojos de todos los que me ven,
Cristo en los oídos de todos los que me escuchan.
Patricio murió en su vejez el año 461 en Saul (condado de Down), donde se dice que había celebrado su primera misa. De su gigantesca tarea da fe la insorbonable fidelidad que los irlandeses han mantenido por muchos siglos hacia Roma a pesar de las grandes contrariedades sufridas por medio de invasiones y dominaciones extranjeras.
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