De cómo Clare Crockett lo entregó todo

Clare Crockett era una muchacha de Derry, una ciudad Irlanda del Norte famosa por  la masacre del Bloody Sunday (Domingo Sangriento) que llevó a cabo el ejército británico en 1972 disparando contra una manifestación por los derechos civiles. Murieron catorce personas. En esa sociedad profundamente dividida entre católicos y protestantes, entre proirlandeses y probritánicos, nació Clare en 1982. Era una chica alegre y que soñaba con ser actriz. Con ese fin había empezado a dar sus primeros pasos. Cuando tenía 17 años, en 2000, una amiga le invitó a pasar unas vacaciones de Semana Santa en España.  Ella dijo que sí pensando que iban a ir de playas y de discotecas. Clare salía los fines de semana, se emborrachaba... A pesar de sus reticencias al saber que no eran unas vacaciones de sol y playa, accedió a ir a España, a Cuenca concretamente, a un encuentro de jóvenes del Hogar de la Madre, una congregación religiosa fundada por el padre Rafael Alonso. Fue entonces, en un Viernes Santo, que Clare se conmovió ante Jesús crucificado y se puso a llorar al darse cuenta del amor que Nuestro Señor tiene por todos los hombres y mujeres. Volvió a Irlanda del Norte y siguió con su vida de siempre, su novio, sus diversiones... Incluso participó en el rodaje de una película en Londres. Pero ya nada era igual. Decidió que quería regresar a España y ser monja. En agosto de 2001, con todavía 18 años, entró en el Hogar de la Madre. En 2006 hizo los primeros votos y en 2010 los votos perpetuos. Sirvió en las comunidades de Belmonte, Cuenca (España), Jacksonville, Florida (EE.UU.), Valencia (España), Guayaquil y Playa Prieta (Ecuador). Aquí le sorprendió un terremoto en abril de 2016 y murió junto a cuatro chicas aspirantes al noviciado. Tenía 33 años. Habían quedado atrás 15 años de apasionada entrega a su misión con los enfermos, los pobres y los jóvenes. Destacaba por el entusiasmo y la alegría en todo lo que hacía. La hermana Clare dijo al descubrir su vocación que, o lo entregaba todo o no entregaba nada. Y así lo hizo. Su muerte conmocionó a su comunidad, a su familia y a todos los que la habían conocido. Pero su semilla quedó enterrada profundamente y con olor de santidad. Una película estrenada en abril de 2018 recuerda su vida: "Todo o nada: hermana Clare Crockett" que vale la pena ver. Como se suele decir, se van los buenos para que aprendamos los malos.

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