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"Gracias a la vida" es una canción de la chilena Violeta Parra que popularizó Joan Báez allá por los años 70. En dicha canción la autora da gracias a la vida por todas aquellas cosa simples pero imprescindibles que hacen que nuestra vida sea mejor: los ojos para ver, la palabra para hablar, los pies para andar, el corazón para sentir... Ese profundo sentido de agradecimiento es el que palpitaba también en uno de los diez leprosos que Jesús curó camino de Jerusalén. Sólo él se volvió sobre sus pasos para agradecer al Señor el gran regalo que le había hecho al librarlo de tan horrible enfermedad. Los otros nueve corrieron a presentarse a los sacerdotes. Sí, era lo que Jesús les dijo que hicieran, pero con tanta euforia se olvidaron de dar las gracias a su benefactor. En nuestra vida pasan los días y los años y, acostumbrados a disfrutar de cosas realmente buenas, nos olvidamos de detenernos un momento y valorarlas. Nos olvidamos de dar las gracias a aquellos que nos rodean y que tanto bien nos hacen: nuestros padres, nuestros hermanos, nuestras parejas, nuestros amigos, nuestros educadores, nuestros compañeros de trabajo, nuestros vecinos... ¡Tanto han hecho por nosotros sin esperar nada a cambio! Sólo porque nos quieren. Tengamos presente el ejemplo del leproso que supo ser agradecido con Jesús y seámoslo nosotros también con Dios y con todos aquellos que desde nuestro nacimiento nos han acompañado y nos han hecho felices.
Comentario a Lucas 17, 11-19
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