Mansos como corderos
Cuando Jesús rebate el "ojo por ojo" está señalándonos el mismo camino que ya traza con las Bienaventuranzas y que reitera pidiéndonos que amemos a nuestros enemigos. Si alguien duda de cuál es la esencia del mensaje cristiano, leyendo estos pasajes ya no puede dudar más. La no violencia, la mansedumbre "positiva", es una de las claves de nuestra fe. Son muchos los que dicen que todas las religiones son iguales, que el cristianismo también es generador de violencia y que en la Biblia se encuentran muchos ejemplos de ello: guerras, matanzas, venganzas... Afirmar eso es decir una verdad a medias. Porque sí, es cierto que en la Biblia hay muestras de violencia pero en realidad no son más que las vicisitudes de un pueblo, el israelita, que como cualquier otro pueblo de su época luchaba por su supervivencia. Es innegable también que las naciones cristianas modernas, e incluso Roma (Estados pontificios) en algún momento de la historia han echado mano de la guerra. Pero hay que añadir que la Iglesia católica no hizo ni hace de ello fuente de enseñanza o modelo de comportamiento. La tradición católica sólo acepta la guerra en defensa propia . Por lo tanto, y volviendo al marco estrictamente religioso, hay que recalcar que lo que pesa en el Antiguo Testamento, lo que es realmente palabra, ley que guía, son los Diez Mandamientos, y, entre ellos, No matarás. Y en el Nuevo Testamento lo son las Bienaventuranzas, y la abolición del Ojo por ojo y diente por diente, y el Amad a vuestros enemigos, y el Padrenuestro, y el Amaos los unos a los otros como yo os he amado, todas ellas palabras de Jesús, que nos exhortaba a tenerlas en cuenta como pauta de vida. Sin duda, pues, el cristianismo, que intenta seguir las enseñanzas de Jesús, hace de la paz, del amor al prójimo, de la tolerancia, su fundamento. Habrán habido guerras de religión, conquistas e inquisiciones, pero cuando las aguas se calman y dejan de bajar turbias, se ve con claridad que la fe de los cristianos está íntimamente ligada al anhelo de paz y de justicia y así tiene que seguir. Dios quiera que lo consigamos.
Comentario a Mateo 5, 1-12, 38-48, y Juan 15, 12-13.
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