¿Es machista la Iglesia católica?

Nos cuenta el evangelio de Marcos (16, 9-15) que la primera persona que se encontró Jesús al resucitar fue una mujer, María Magdalena. Y por eso fueron las mujeres las primeras en anunciar la extraordinaria noticia de la Resurrección del Señor. En los evangelios no son escasos los episodios en que Jesús da protagonismo al género femenino, en una época en que la mujer estaba totalmente supeditada al hombre. Su actitud causaba sorpresa, pero no era más que una consecuencia de su nueva manera de mirar e interpretar las cosas importantes de la vida. Sin embargo, la Iglesia católica, heredera de las enseñanzas del Nazareno a través de la misión de Pedro y sus sucesores, es acusada reiteradamente de machismo. Sin ir más lejos durante el reciente Sínodo de la Familia celebrado en Roma, una periodista que colabora en un diario barcelonés, escribió un artículo en ese sentido. Estaba enfurecida y se reiteraba en los argumentos de siempre, entre otros que la Iglesia aparta a la mujer de sus centros de decisión, incluso cuando se trata de discutir sobre algo en que ella tiene tanto que decir como es el núcleo familiar. Aunque tenía razón en cuanto a que la mujer no forma parte de la jerarquía, dicha periodista seguramente desconocía que hubo mujeres participando activamente en el sínodo. Pero hagamos un análisis más amplio de la situación para ser justos en nuestra valoración. A simple vista, vemos que hay muchas mujeres colaborando en el día a día de las parroquias: lectoras en las misas, catequistas, administradoras de la comunión, encargadas de Cáritas... Su labor es imprescindible, y no digamos en cuanto a la asistencia dominical: en algunos lugares las mujeres representan el 75 o el 80% de la feligresía. Se me acude decir a bote pronto que si la Iglesia maltrata a las mujeres, no se entiende que acudan en tal alto número a misa. Subiendo más peldaños en la organización eclesial, nos encontramos que en las Facultades de Teología y universidades católicas hay no pocas mujeres dando clases. En la Facultad de Teología de Cataluña (Barcelona), por ejemplo, hay cuatro profesoras impartiendo diferentes asignaturas. Otro ámbito en que las mujeres tienen tanta importancia como los hombres es el monástico:  cientos de monasterios y congregaciones religiosas femeninas esparcidas por el mundo están por supuesto dirigidas por superioras de gran valía, cuyo modelo son fundadoras del pasado de gran carisma como Teresa de Calcuta, o de Santa Teresa de Ávila, declarada doctora de la Iglesia y cuya importancia en el campo teológico es equiparable a san Agustín o a santo Tomás de Aquino. ¿Acaso fueron desbaratadas sus iniciativas por ser mujeres? Es muy larga la lista de mujeres declaradas santas cuyo ejemplo es invocado constantemente: Clara de Asís, Isabel de Hungría, Catalina de Siena,  María Goretti...Todo ello demuestra que la Iglesia católica no considera en ningún modo a la mujer inferior al hombre, a pesar de que es innegable que la jerarquía, desde el Papa al último diácono, está formada solo por varones. Una tradición que arranca de los tiempos de Jesús y que la Iglesia no se ha atrevido a cambiar. Pero esto no puede negar la evidencia de que en la esencia y en la práctica, el protagonismo de la mujer en el catolicismo es importantísimo. Un protagonismo totalmente desconocido en las otras religiones monoteístas, por no decir en las orientales como el budismo.  

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