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Mostrando entradas de abril, 2015

El centro de nuestra fe

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La eucaristía es el centro de nuestra fe. Las lecturas de esta semana giran alrededor de esta idea. La multiplicación de los panes y los peces fue un prólogo de lo que vendría después. Y Jesús insiste en todos estos pasajes en el mismo mensaje: es el pan de vida. Pan y vida. Todo concentrado en dos palabras. El Señor también habla de la bebida, de su sangre. Son términos difíciles de entender y por ello se podrían interpretar desde un punto de vista puramente simbólico. Pero no es un lenguaje simbólico ni metafórico. Es un lenguaje principalmente referencial: lo que dicen esas palabras son lo que realmente significan. El Señor nos ofrece su cuerpo y su sangre, el pan y el vino, para que tengamos vida eterna, para que nos mantengamos cerca de él, reconfortados con su presencia, guiados por sus palabras. A lo largo de su historia la Iglesia ha insistido en la importancia de esta verdad, y con razón, pero no pocas veces ello ha sido origen de discusiones y problemas. Es muy important...

Una de panes y de peces

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Estamos delante de uno de los episodios más famosos de la vida de Jesús, plasmado en multitud de representaciones artísticas. Es, sin duda, uno de los iconos de la vida pública del Señor, por lo que tuvo de extraordinario y por las circunstancias que lo rodearon. Dió de comer a un gentío que lo seguía con solo cinco panes y dos peces. Unos alimentos muy humildes. ¡Pero qué suculentos! El pan del trigo que ocupaba las planicies de Galilea, y el pescado del lago de Tiberíades. Los que lo seguían, no iban detrás suyo porque les diera de comer. Eso es seguro. Jesús y los discípulos hubieran necesitado varios carros para tantas vituallas. Y nada de eso llevaban. Lo seguían porque sus palabras saciaban su hambre de paz y justicia. Les daba esperanza cuando ya no la esperaban de nada ni de nadie. Pero también se sentaron y comieron hasta hartarse. Jesús los alimenta porque es justo que coman, ya que lo han seguido y él es el responsable de que hayan ido hasta allí, lejos de l...

La clave es nacer de nuevo

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Nicodemo, el fariseo "bueno", se acerca una noche a Jesús y le confiesa su fe en él. Ha comprendido que solo alguien que viene de Dios es capaz de hacer esas cosas. Este jefe judío es otro de los personajes que, a pesar de los fuertes condicionantes sociales e históricos, es capaz de ver más allá de sus narices. En esta lista están también el recaudador de impuestos Mateo, el centurión romano, la samaritana del pozo... Y Jesús, sabiendo bien quién es Nicodemo y cuál es su currículum, le muestra la clave para conseguir la felicidad plena, eso es, para llegar al reino de Dios: hay que nacer de nuevo o lo que es lo mismo, hay que cambiar de arriba abajo, hay que ver las cosas de una manera totalmente diferente. ¿Esto es posible? Lo es. Prueba de ello es que alguna vez hemos pegado un cambio radical en nuestras vidas; por ejemplo, siendo quinceañeros, algunos invertimos nuestras prioridades: dejamos de temer las notas y los exámenes de manera enfermiza; o vimos también qu...