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Mostrando entradas de agosto, 2016

¡Qué bueno es confesarse!

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La confesión es uno de los rasgos más distintivos de la fe católica. Ninguna otra religión dispone de algo parecido, tan extraordinario y, a la vez, tan profundamente humano. Se trata de un sacramento, es decir, del signo visible de un efecto espiritual que Dios obra en las almas de las personas. Y dicho efecto, en este caso, es el de perdonar los pecados, las faltas, de aquellos que se confiesan. Un perdón que llega a través del sacerdote, capacitado para ello por el poder que dió Jesús a la Iglesia, concretamente cuando le dijo a San Pedro que aquello que perdonara en la Tierra sería perdonado en el Cielo. No es fácil para personas ajenas al catolicismo comprender la trascendencia de la confesión y los grandes beneficios que proporciona a aquellos que la reciben. Después de confesarse, el penitente (así se llama el que se arrepiente de sus pecados y los explica al confesor) experimenta una alegría honda, una paz completa, un gozo contagioso. El contador de nuestra vida se pone a cer...

Las riquezas del Vaticano

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En los meses de verano la visita de turistas a la ciudad de Roma y, por ende, al Vaticano, se dispara. Todas estas personas venidas de los rincones más dispares del mundo pueden admirar la basílica de San Pedro, la Capilla Sixtina, los Museos Vaticanos, la Piedad de Miguel Ángel, los templos de San Juan de Letrán y San Pablo Extramuros... Arte en estado puro, pero también riqueza, y mucha, reflejo de una época en que el Papado disfrutaba de un gran poder económico, político y social. Dicha ostentación de riqueza es criticada por muchos, que alegan, no sin cierta razón, estar alejada del mensaje de Jesús. Llegados a este punto, cabe preguntarse: ¿qué hacer con todo esto? ¿Debería la Iglesia vender estos tesoros artísticos y emplear los inmensos beneficios que se obtendrían en ayudar a los más necesitados? Pensando a corto plazo se podría responder que sí, pero analizándolo fríamente, nos encontraríamos que estas riquezas pasarían a manos privadas y quién sabe cómo dispondrían de el...