Las ofrendas ya esperarán
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El impacto de las palabras de Jesús debió ser fuerte. En una sociedad tan religiosa como la judía, las ofrendas al altar de los sacrificios eran algo tan arraigado que a nadie se le pasaba por la cabeza ponerlo en duda. Nuestro Señor, un israelita de los pies a la cabeza, coge por los cuernos este asunto y lo enfoca de otra manera. No se trataba de eliminar dicha práctica sino de establecer prioridades. ¿De qué sirve ofrecer a Dios bienes materiales preciosos y caros si a nuestro alrededor tenemos a gente con la que ni siquiera nos hablamos? Jesús da un salto cualitativo y nos abre los ojos a la realidad de un Dios que podía aceptar (y aceptaba) otro tipo de ofrendas, más intangibles pero igual o más valiosas, porque era un Dios que apreciaba cosas como la compasión entre las personas, el perdón entre contendientes, la superación de conflictos, la omisión de venganzas... Por eso nos conmina a reconciliarnos con un hermano o a ponernos de acuerdo con nuestro adversario antes de ir a ju...