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La oración ha de salir de un corazón humilde

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San Cipriano, obispo mártir de Cartago en el siglo III, uno de los Padres de la Iglesia, escribió un tratado sobre el Padrenuestro en que destacamos este texto sobre cómo debemos orar: "Las palabras del que ora han de ser mesuradas y llenas de sosiego y respeto. Pensemos que estamos en la presencia de Dios. Debemos agradar a Dios con la actitud corporal y con la moderación de nuestra voz. Porque, así como es propio del falto de educación hablar a gritos, así, por el contrario, es propio del hombre respetuoso orar con un tono de voz moderado. El Señor, cuando nos adoctrina acerca de la oración, nos manda hacerla en secreto, en lugares escondidos y apartados, en nuestro mismo aposento, lo cual concuerda con nuestra fe, cuando nos enseña que Dios está presente en todas partes, que nos oye y nos ve a todos y que, con la plenitud de su majestad, penetra incluso los lugares más ocultos, tal como está escrito: ¿Soy yo Dios sólo de cerca, y no Dios de lejos? Porque uno se esconda en su es...

Una persona instruida siempre tiene recursos

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                    Leyendo la publicación  Magnificat me he encontrado con un extraordinario texto de San Juan María Vianney, el cura de Ars. Sabía de este santo que fue un sacerdorte bueno y sencillo que pasaba horas y más horas al pie del confesionario. Pero jamás había leído nada de él o, al menos, nada que recordara. Y he aquí que he topado con estas palabras suyas explicando por qué es necesario instruirse. Lo hace con un estilo directo  y simple, rebosante de sabiduría y humildad. Vale la pena leerlo y meditarlo: Hijos míos, ¡la Palabra de Dios no es poca cosa! Las primeras palabras de nuestro Señor dirigidas a sus após toles fueron estas: "Id y enseñad" para hacernos ver que  la instrucción va antes que nada. ¿Qué nos permite  conocer nuestra religión? La instrucción que hemo s  escuchado. ¿Qué es lo que nos da el horror al pecado,  lo que nos hace percibir la belleza de la virtud, lo que...

Año de San José

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El Papa Francisco ha convocado en el 2021 la celebración del Año de San José con el fin de que todos los católicos nos esforcemos en tener como modelo de vida las virtudes del padre de Jesús y esposo de María. Dichas virtudes y/o características, como destaca el sitio web de una parroquia, podrían ser estas: 1) Padre amado: hizo de su vida un servicio. 2) Padre en la ternura: reflejo de la ternura de Dios. 3) Padre en la obediencia: obedeció el plan que Dios le planteó. 4) Padre en la acogida: acogió sin condiciones previas, en primer término a María. 5) Padre de la valentía creativa: se instaló en un establo y lo acondicionó, y también tomó la decisión de escapar a Egipto por mayor seguridad. 6) Padre trabajador: trabajó honestamente como carpintero para sustentar a su familia. 7) Padre en la sombra: se hizo responsable de la vida del otro. San José, enséñanos a ser como tú, y acompáñanos en el caminar por la vida. 

Navidad, transforma nuestras vidas

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Navidad, ese período del año que, a pesar de la pandemia que nos azota, conserva su fuerza, incluso podríamos decir que su magia. Para los cristianos, para los católicos, es también un tiempo muy especial en que el núcleo principal de nuestras creencias, de nuestra fe, se hace más evidente y brilla con luz propia. En estos días la misa adquiere un sentido más profundo mostrándonos con más claridad, si cabe, el amor de Dios por la Humanidad al enviarnos a su Hijo con su mensaje de esperanza, que es mensaje de salvación. Por eso esta época es ideal para profundizar en el sentido de las palabras de Nuestro Señor en los Evangelios y acercarlas aun más a nuestro corazón. Navidad viene del latín nativitas que significa nacimiento: nacimiento de Jesús en Belén de la Judea, pero también nacimiento de nosotros mismos a una nueva vida en que el no-odio, el no-egoismo, o sea, el amor en estado puro, nos guíe entre las tinieblas de la desesperanza. Navidad, transforma nuestras vidas y haznos digno...

Cuando solo nos queda la oración

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Hay veces en nuestras vidas en que estamos realmente tristes, o asustados, o faltos de esperanza, en que nos sentimos impotentes y no vemos salida. Entonces, como cuando eramos niños y en la oscuridad de la noche rezábamos un padrenuestro y tres aves marías, entonces es cuando buscamos un rincón de la casa, tranquilo y discreto. Y allí, sin miedo a ser vistos, nos arrodillamos y pedimos a Dios que venga en nuestra ayuda y que la Virgen María interceda por nosotros. Nos tornamos humildes y suspiramos porque la paz anide en nuestros corazones. La oración, ¡qué gran regalo nos dio Jesús! Porque nos vuelve pequeños, pero más merecedores de ser escuchados. En ese momento deseamos recobrar nuestra primigenia inocencia y poder alzarnos con el perdón y la misericordia de Dios. Pensemos en tantos maestros de oración que ha habido en la historia de la Iglesia, en santos tan dispares como San Francisco de Asís y Santa Teresa de Jesús, y que ellos nos inspiren y ayuden para rezar con fervor y h...

Fe en tiempos de confinamiento

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Las niñas videntes de Garabandal (Cantabria, España). Estos largos días de confinamiento han llevado a disfrutar (o a sufrir, depende de como se mire) de un aislamiento que nos ha regalado más tiempo para la reflexión y nos ha dado una oportunidad para cuidar más nuestra espiritualidad. Desde leer libros que teníamos aparcados hasta visionar por internet conferencias sobre diferentes temas religiosos, ver la misa dominical y diaria de manera virtual, así como la adoración del Santísimo. Personalmente tengo que decir que he podido descubrir algunos sacerdotes jóvenes y youtubers cuyo testimonio es muy valioso, concretamente Jesús Maria Silva Castignani, Antonio María Doménech y Patxi Bronchalo. Otro descubrimiento también inesperado ha sido el de las apariciones de la Virgen en San Sebastián de Garabandal (Santander), entre 1961 y 1965. Las cuatro niñas que parece ser vieron a la Madre de Dios y al arcángel San Gabriel protagonizaron numerosos extásis y recogieron un mensaje de la ...

Oración del Papa Francisco a la Virgen María por la protección ante el coronavirus

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Oh María, Tú resplandeces siempre en nuestro camino como signo de salvación y esperanza. Nosotros nos encomendamos a Ti, salud de los enfermos, que ante la Cruz fuiste asociada al dolor de Jesús manteniendo firme tu fe. Tú, Salvación del Pueblo Romano, sabes lo que necesitamos y estamos seguros de que proveerás para que, como en Caná de Galilea, pueda regresar la alegría y la fiesta después de este momento de prueba. Ayúdanos, Madre del Divino Amor, a conformarnos a la voluntad del Padre y a hacer lo que nos dirá Jesús, que ha tomado sobre sí nuestros sufrimientos. Y ha tomado sobre sí nuestros dolores para llevarnos, a través de la Cruz, al gozo de la Resurrección. Amén. Bajo tu protección, buscamos refugio, Santa Madre de Dios. No desprecies las súplicas de los que estamos en la prueba y líbranos de todo peligro, ¡oh Virgen gloriosa y bendita!