De cómo Francisco de Borja decidió que nunca serviría a un señor que pudiese morir
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Francisco de Borja nació en Gandía en 1510, en el seno de una familia noble emparentada con la realeza española. Dicha familia era una de las más conocidas en la Corona de Aragón, entre otras cosas porque había dado a la Iglesia dos papas en el siglo XV, los famosos Borgia o Borja. Francisco recibió el título de duque de Gandía y con sólo 29 años, en 1539, el emperador Carlos V lo nombró virrey de Cataluña. Allí empezó a destacar por su sensatez a la hora de resolver los asuntos y también por su piedad y devoción: comulgaba con frecuencia, cosa que en aquel tiempo era raro y que algunos criticaban por considerarlo una muestra de orgullo. El alma de Francisco de Borja sufrió un aldabonazo cuando el emperador Carlos V le encargó escoltar el cadáver de su esposa, Isabel de Portugal, a su sepulcro en Granada. El duque de Gandía debía corrobar que aquella difunta era realmente la emperatriz. Para ello abrieron el ataúd y Francisco miró la cara de Isabel, pero la que fuera una belleza en v...