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Dentro de poco empieza el Adviento, la preparación del Nacimiento de Jesús, de la Navidad. Son cuatro semanas en que en las iglesias se van encendiendo velas, una por cada una de las cuatro semanas que componen este período litúrgico. La luz es un símbolo bien representativo de lo que significa para nosotros la llegada del Salvador: claridad y guía para nuestro camino, calidez y amor para nuestro espirítu. Se trata de ir llenando nuestra alma de esperanza, de paz, de humildad, de bondad. Así es como mejor podemos recibir a Nuestro Señor. A veces las penalidades de la vida nos hacen perder el buen sentido de las cosas y parece que nuestras tribulaciones no van a tener remedio. Pero la fuerza de la Natividad nos hace confiar, una vez más, que hemos elegido bien y que siempre, siempre Jesús nos espera con unas palabras de consuelo, con una sonrisa, con un abrazo. Que Dios perdone nuestras faltas y nos ayude a transformar nuestros corazones y con ellos, nuestras acciones. Que seamos a n...