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Mostrando entradas de diciembre, 2016

No merezco que entres en mi casa

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No merezco que entres en mi casa o, dicho a la manera más clásica, la del texto evangélico: no soy digno de que entres en mi casa. Las palabras del centurión de Cafarnaúm resuenan con más fuerza y sentido en estos días previos a la Navidad. Como aquel romano que salió al encuentro de Jesús para pedirle que curase a su criado, nosotros también nos dirigimos a Él y le pedimos que nos ayude en nuestras tribulaciones y nos haga mejores. Y aún sabiendo que no nos merecemos tan gran favor, aún así seguimos confiando en la misericordia y el poder del Señor. Jesús vió cuán grande era la fe de aquél hombre quien, a pesar de no ser judío, tenía, como cualquier persona, corazón para amar, inteligencia para comprender, humildad para suplicar. La curación del siervo del centurión es el milagro de la Navidad y, también, el milagro de la comunión durante la Misa, la eucaristía. Recibamos a Jesús estas Navidades con la sencillez de los pastores y con la determinación del centurión. ¡Feliz Navidad!